martes, septiembre 23, 2008

Hasta la madre

Desde hace mucho tiempo he llegado a la conclusión de que el desarrollo de una ciudad puede ser perfectamente medido a través de su sistema de transporte. Por ejemplo, la primera vez que utilice el metro de París aprendí lo útil que pueden ser los mapas de líneas y rutas. Cuando me paré frente al gran mapa colgado en la pared, me tomó como cinco minutos encontrar en él la estación en la cuál me encontraba. Me tomó otros cinco minutos encontrar la estación a la cual tenía que llegar. Me llevó otros diez minutos entender en qué estación habría de bajarme para interconectarme con otra línea. Comprendí la diferencia entre el METRO y el RER, que uno es más rápido que el otro, etc. En total estuve ahí casi treinta minutos, pero le entendí finalmente y nunca más tuve problemas para moverme por París a través de su sistema de transporte público.
Pienso en eso no sólo cada vez que me encuentro en la situación de utilizar el transporte público de la ciudad de Toluca, sino también cuando conduzco mi automóvil por las calles de la capital mexiquense. Ayer nada más, sobre la avenida Morelos, me topé con un enorme congestionamiento, y no precisamente de vehículos particulares, sino de autobuses. Había cientos. No exagero al decir que eran VARIOS CIENTOS de ellos, formaditos en fila india, haciendo uso del increíblemente ridículo carril exclusivo para ello, separado por conitos naranjas del resto de los carriles. Huelga decir que la gran mayoría de los camiones iban casi vacíos.
Estoy convencido que la gran mayoría de los lectores sabrá a qué me refiero cuando al subirse al autobús, primero tienen que hacer gala de la mayor agilidad posible para montarse en la fracción de milisegundos que el camionero se frena para ese fin. Luego, contar bien que nos hayan dado el vuelto correcto. Hay que soplarse las cumbias, o música banda, o lo que sea, a todo volumen. Si te toca hasta adelante, tendrás que escuchar irremediablemente la conversación del chofer con su acompañante, ese extraño personaje que va siempre de copiloto, que se cuelga de la puerta y saca medio cuerpo para gritar los lugares a donde el camión se dirige, el que le dice “cuñado” al conductor.
En innumerables ocasiones me ha tocado ver cómo la gente se cae del autobús y desparrama sus carnes en la acera al momento de bajarse del mismo, pues simplemente el chofer no da tiempo suficiente para que todos se bajen del vehículo mientras este está completamente frenado.
Otro de los grandes logros del viajero toluqueño es desarrollar la habilidad e leer en micromilésimas de segundos la lista de 10 a 15 destinos que cada camión lleva colgados del parabrisas. Si no te da tiempo de leer todo, y no viste que el camión que acaba de pasar volando frente a ti iba precisamente cerca de tu casa, estás jodido.
Además, me atrevo a decir que todos los ciudadanos hemos sido testigos de las veces que un autobús se pasa el alto, o rebasa a todos los demás coches en sentido contrario, y que suben y bajan pasaje en segunda y hasta tercera fila. Es más, casi todos nos hemos tenido que bajar en el segundo carril, a dos metros de la acera.
Llevo años viviendo en Toluca y no termino de comprender en qué consiste el sistema de transporte. Sigo sin saber quién es el genio detrás de tan elaborado diseño. Me pregunto quién habrá firmado tantas concesiones, y otorgado tantas placas para que circule ese monstruoso número de camiones que contaminan tanto, que hacen un ruido infernal, que además están feos por dentro y por fuera, que atiborran calles y avenidas con sus asientos vacíos, cumbias estrepitosas y virgencitas de Guadalupe perdonando a los choferes por todos los pecados cometidos durante el día y todos aquéllos por cometer mañana y la siguiente semana.
París me tomó treinta minutos, pero llevo años queriendo entender cómo es posible que un niño que apenas alcanza los pedales se encuentre frente al volante de un autobús en la ciudad de Toluca. Un niño que debería estar en la prepa, jugando futbol y ligándose -¿por qué no?- a una que otra compañerita. No entiendo por qué hay tanto autobús involucrado en atropellamientos, choques, roces y fricciones con transeúntes y automovilistas. Estoy convencido de que si en lugar de choferes contratáramos simios, las condiciones del transporte público mejorarían drásticamente.
A veces, los logros que la gente y gobierno de una ciudad alcanzan en determinadas áreas, se ve opacados por la paupérrima naturaleza de otros aspectos. Por mucha industria, banquetas remozadas, museos gigantes y tranvías turísticos que pretendan engalanar a la ciudad, no se logrará nunca un cambio sustancial mientras el sistema de transporte siga siendo una porquería. No me parece digno, ni eficiente, ni loable, ni nada que se pueda considerar como positivo, el penetrar en el inframundo de los autobuses, en ese zoológico sobre ruedas, anárquico y bestial, que ya ni siquiera es folklórico, o pintoresco.
Me gustaría poder colaborar de alguna forma. Me gustaría saber si alguien en esta ciudad está en acuerdo o desacuerdo conmigo. Yo estoy cansado de vivir así. Me daría horror que mis hijos me preguntaran: ¿por qué hemos heredado esta basura de ustedes, papá? Con todo gusto me encantaría aportar alguna idea. Sé que Toluca no es París, y francamente, no pretendo que lo sea. El asunto aquí es que estoy convencido de que una convivencia más sana puede darse, la he visto en otros sitios –tanto fuera como dentro de México-, y no me explico cómo diablos en Toluca no se pueda hacer, ni que estuviéramos malditos, o idiotas. Hagamos algo todos juntos para mejorar el transporte, para así sentirnos un poco más seguros y orgullosos de nuestra ciudad. Recordemos que las ciudades no se crean por generación espontánea; son hechas con el esfuerzo de cada uno de los ciudadanos que en ella cohabitan. Sólo teniendo dignidad lograremos que nuestra ciudad también lo sea.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo me apunto a la iniciativa... donde hay que firmar... =)

Anónimo dijo...

Esta situación de los autobuses creo que nos molesta a todos. Es cierto que la mayoría de ellos van vacíos y además manejando bestialmente, pasándose altos, provocando congestionamientos y un caos que dura más de 3 semáforos, donde ni siquiera habiendo un agente de tránsito presente, se puede resolver la situación. Yo también estoy cansada de los autobuses y la manera en que contaminan el ambiente y el ruido y las condiciones deplorables en que se encuentran los autobuses. Yo quisiera cambiar esta situación también, pues se ven demasiados autobuses que en realidad sólo estorban, pero sería bueno hacer algo por ello

Anónimo dijo...

Sii oiie tienes toda la razon...y es horrible eso de los conos...esta peor...yo me he atorado igual por esos rumbos horas!!! de plano...y deja tu a mi me ha tocado ir en carro o dentro del camion...son unas bestias manejando!!! Pfff y peor para una ni~a cuando se te aperran la bola de nacos a decirte pendejadas..que a mi nadamas me hacen enojar y hasta se me quitan las ganas de salir...y deja tu que un chingo de gente ya se haya caido...a veces con tal de darse la pinche vuelta medio se suben a las disque "mini aceras" que hay en el centro y una vez casi me atropeyan..no y el guey ni se inmuto y sigui su camino...se pasan los altos y ay ya sabes...pero pues ya vez que aqui nadie hace nada...todos se quejan y dicen y dicen pero nadie hace nada al respecto a fin de cuentas...y pues nimodo...aparte nunca se llenan no se para que semejantes camionsotes!!! jajaj y los de transito...pfff esos gueyes siempre me los encuentro tragando tacos o viendole las nalgas a las mujeres o platicando y porque no..Dormidotes en sus patrullas mientras esta el caos afuera...es un asco de vdd esta situacion...