martes, diciembre 04, 2007

Laberinto

ávida tempestad
refugio de un adiós sin digerir
cascada bosque
suave textura de una roca

empujas al viento
con tus caderas ocultas
humeante tu dedo
no me toca

no sé tu nombre:
maga, ilona o yoko
no sé tu voz:
copa de vidrio estrellado,
muerte de una rama
o eco de un disparo
con silenciador

observas ahí
detrás de los confines
me miras sin querer mirarme
yo también te miro
procurando no caer

bebo café
rallo una hoja
pido la cuenta
cojo mi chamarra
y me dispongo
a convertirme
en tu abandono

Aclaraciones

Estimado anónimo uno.

Agradezco tus preocupaciones, que me defiendas, que me llenes de consejos.

Estimado anónimo dos.

Quisiera verte, pero al menos detrás de esta pantalla estás oculto, u oculta. Gracias, me has hecho soñar.

Estimada Taniushka.

Qué gratificante es darse cuenta de que alguien te lee como si te estuviera mirando a los ojos. Así has sido siempre. A ti jamás podría mentirte, ni olvidarte, y mucho menos dejar de quererte.

Estimado David.

No sé por qué escribo. No sé por qué estoy vivo. No sé por qué me llamo así. No sé con certeza qué hora es, o si consejo se escribe con s, o concejo se escribe con c. No sé por qué escribo. Será quizás porque después de todo, tengo fe.

¿Por qué le cambié de nombre a mi blog?

Un cataviento es una especie de veleta o banderita prendida de un asta manual, que sirve para conocer la dirección del viento. Descubrí que este blog es mi cataviento. Creo que es evidente que la palabra dice mucho más que “Crónicas desde la trinchera”.