lunes, noviembre 12, 2007

Tiempo

Tiempo. De eso quiero hablar, de algo que no existe. No sé si en verdad no existe o prefiero así creerlo porque no lo entiendo. Quiero hablar del tiempo que no se mide en relojes de pulsera, que no tiene aviso en la conciencia de los despertadores, que se muda de piel conforme pasan las aristas de los días dislocando recuerdos de calor o de frío. Puedo tenerlo a la mano, si quiero, si abro bien los ojos, si no pretendo poseerlo. Puedo incluso extenderlo tanto como sea posible, hacer de una noche la equivalencia de un suplicio eterno. Eso si, no puedo perderlo. No se puede perder lo que nunca se ha encontrado, lo que no se tiene, lo que siempre perteneció a si mismo.

No es medicina, no cura nada, no repone las dolencias que un día fueron. Dicen que el tiempo es el mejor amigo del olvido. Pero a éste último no lo conozco, no recuerdo haber olvidado algo. El tiempo es existencia, una mortificación, un silencio incomprensible, estridente, que a veces se aleja de nuestros vicios para regalarnos calma.

El tiempo es el pretexto de las almas débiles, el aliado de los no cobardes, el espacio vital entre dos seres que se aman pero ya no pueden existir. Es la duda de los desesperados, la agonía en la desolación, el pegamento que aglutina nuestros sueños. El tiempo es aquello que basta para que se olviden nuestros nombres. Es el intervalo que dura un rostro en la conciencia. Es risa y parpadeo, canícula y hambre, despertar ansioso, convenio de oquedad entre el frío y el abandono. Es aquello que transcurre mientras uno aguarda.

El tiempo no se queda ni se va, simplemente está, en todas las horas, en todos los resquicios de cualquier ser. A veces uno siente que el tiempo se le acaba, pero eso no es posible; esa sensación de agotamiento es más bien la definición que provoca la angustia de caminar a ciegas en un pasillo donde no se sienten las paredes. Somos nosotros los que nos acabamos, los que transcurrimos, los que nos hemos vuelto medibles a través de manecillas, los que nos perdemos, los que nos quedamos sin palabras para definir al tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

a veces la gente utiliza equivocadamente el tiempo...para acabar llamando asi el proceso de adaptacion del dolor, el tiempo no quita el dolor, con el tiempo te acostumbras a vivir con el dolor, tanto que a veces crees que no lo sientes... pero aun lo traes dentro de ti. Es como ya no pelearte con la soledad antes de dormir y consentir que se duerma contigo... es como la gente cuando espera que dejes de llorar y acudir a ellos y por ello empezar a sonreir, cuando quizas solo aprendes a llorar a solas... o cuando dejas de llorar a solas y empiezas a gritar!!... esas las del tiempo!! son frases hechas... que quieren engañar tu alma..

Anónimo dijo...

Tiempo es el que paso entre tú y yo, y no hay marcha atras, tiempo es el que me falto para darme esa oportunidad.

Me da gusto que estes bien y saber de ti.

Anónimo dijo...

No trataré de investigar qué es el tiempo, si pasa, si se queda o se cuela en los barrotes de la cárcel de mi memoria; sólo deseo decirte que me llevaste a realizar un viaje a través de una vida personal... ojalá el tiempo se quede anidado para conocerte más!

Gracias por existir ¡