domingo, abril 20, 2008

Objetos Fantasma



Ayer miré a través de la vitrina de un museo una antigua vasija de cerámica, blanca, decorada con líneas negras que seguramente describían ciertos aspectos de la cosmogonía de una civilización lejana en el tiempo. Al tratar de hilar pensamientos que le dieran sentido a mi presencia en ese sitio, se me ocurrió imaginar qué uso se le pudo dar a ese objeto hace cientos o miles de años.
Dibujé en mi cabeza a una mujer preparando un brebaje, quizá algo parecido al atole. Aparecieron en mi dibujo un par de niños sentados en el piso, mirando con detenimiento a su madre, esperando aquel líquido que les restablecerá la fuerza o el espíritu. Luego esta imagen se fue para dar paso a la de algún curandero mezclando hierbas y sustancias, que vertería después en esa misma vasija blanca, la que a su vez sería acercada a los labios de un anciano moribundo, una febril parturienta o un guerrero herido. No puedo imaginar las circunstancias posteriores, aquellas que generaron la desaparición de esa gente, su estirpe y la gran mayoría de sus historias. Pero alguien se topó con esa vasija blanca, cientos o miles de años después. La limpió, catalogó y probablemente la donó a un grupo de antropólogos, o a una sociedad cultural que decidió ponerla dentro de la vitrina que ayer miré por vez primera.
Muchísima gente ha posado su mirada en esa vasija y probablemente ni siquiera se acuerdan. Quizás al mirarla, muchos turistas incrédulos no pensaron en nada. No me puedo imaginar a nadie fotografiando la vasija. Ese objeto en un museo es una pesada condena a dejar el pasado en la ignominia, allá lejos del presente, de nuestro tiempo y nuestra vida cotidiana. Un objeto sin vínculo directo con la actividad humana es un poco más inútil que una roca en medio de la nada. O al menos eso pensé ayer.
Imaginé que en algunos años moriré. Alguien entrará después a mi departamento y regalará mis libros a una biblioteca, rematará mis muebles, tirará muchos papeles, cuadernos y dibujos a la basura. De mí no quedará nada. Pensé que tal vez en mil años alguien se encontrará mi guitarra en algún lugar. La limpiará y la donará a una asociación antropológica. No será raro que la cuelguen de un muro, dentro de una vitrina, y a un lado le coloquen una tarjetita que diga: "Guitarra: instrumento musical perteneciente a la era cyberoica, con la que los antiguos acostumbraban interpretar música de la época." Mucha gente la verá, y seguramente muy, pero muy pocos, pensarán algo ligeramente inteligible con respecto al objeto. Si nos va bien, alguien le tomará una foto y la pondrá en su archivo de estupideces para no olvidar. De lo que sí estoy seguro es que nadie pensará en mí, ni se imaginará que con esa guitarra me gané el amor de más de una chica; el odio de más de cien; que compuse decenas de canciones, que lloré abrazado a ella, que sus raspones y golpes son los traspiés a los que la sometí durante mi paso por el mundo. Al final pensé que no tiene sentido reflexionar sobre todo esto. Los objetos nos trascienden y hablarán en general de cómo fue nuestra civilización, pero no dirán nada sobre los fantasmas que nos tuvieron de pie durante tantos años.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Traes a mi memoria el libro "Everything is Illuminated" de Jonathan Safran Foer, que en algún momento dice:


“I did not understand why Rivka hid her wedding ring in the jar, and why she said to me, Just in case. Just in case and then what? What?” “Just in case she was killed,” I said. “Yes, and then what? Why should the ring be any different?” “I do not know”, I said. “Ask him,” she said. “She wants to know why her friend saved her wedding ring when she thought that she would be killed.” “So that there would be a proof that she existed,” the hero said. “What?” “Evidence. Documentation, Testimony.” I told this to Augustine. “But a ring is not needed for this. People can remember without the ring. And when those people forget, or die, then no one will know about the ring.” I told this to the hero. “But then the ring could be a reminder,” he said. “Everytime you see it you think of her.” I told Augustine what the hero said. “No,” she said. “I think it was in case of this. In case someone should come searching one day.” I could not perceive if she was speaking to me or to the hero. “So that we would have something to find,” I said. “No,” she said. “The ring does not exist for you. You exist for the ring. The ring is not in case of you. You are in case of the ring.”


Bueno leerte nuevamente... =)

Anónimo dijo...

!Que milagro! !Se te extraña"... en fin..

La historia es ficcion y cada objeto encontrado se mira con los ojos de la institución que cargamos en nuestra mente.... pero eso no desaparece que es el vestigio de algo... aunque lo desconoscamos, aunque no lo percibamos, aunque lo archivemos... es como cuando te mudas... y arreglas esa vieja caja arriba del closet y encuentras viejos papeles, cartas, etc... y te acuerdas de alguien tan importante que ahora no esta presente en tu vida, pero con certeza existio y existe... aunque tu no lo percibas y te olvides...

Anónimo dijo...

Las cosas que atesoramos a lo largo de nuestra vida se quedaran aqui y solo la gente que ha estado cerca será quien sepa del valor que tienen esos objetos y la historia de que han sido testigos. Yo creo fielmente que lo vivido en aquella historia, es lo que nos llevaremos, quedando grabadas para siempre en la mente y el alma de cada persona con la que compartimos y que es una verdadera pieza del tesoro de nuestra vida

Anónimo dijo...

Sí, en efecto, se te extraña.
Quizá porque estoy un poco melancólica y peleada con la vida, pero leer sobre lo que nos objetos nos dejan marcado o más bien lo que dejamos marcado en los objetos me hizo sentir las tripas apretadas. Yo solía guardar muchas cosas, siempre con el afán de nunca olvidar. La verdad es que cuando uno se va haciendo viejo, va teniendo más miedos, en mi caso fue el miedo a querer aferrarme a la vida, sujetada de todos esos objetos, cartas y fotografías que en realidad no dicen nada al mundo más que a mi. Me dio miedo no querer morir y ahora ya no agarro nada, ahora me entrego poco a poco a la muerte, sin miedo al olvido o a la nada. Ese vértigo lo acompaño con largas caminatas, unas cuantas lágrimas perdidas y muchos besos robados. La vida...
Te he buscado para decirte que sigo publicando tus letras en x7. Aunque a veces no encuentro nada. Te has olvidado de nosotros, ¿por qué?

Ojalá que estés muy bien, aunque nada te conozca, ja.

Saludos
Brenda Peralta
www.x7.com.mx

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante lo que dices, y sí, es cierto, muchas veces miramos realmente sin mirar y sin preguntárnos qué hay más allá del objeto. Hay algo más profundo; sin embargo, no nos detenemos a pensar, o quizás se entiende pero de una manera superficial y no con la riqueza del significado del objeto