Bonita,
Te cuento que hace como dos semanas conocí en el Confort -un bar de Metepec- a un francés que se llama Elías. Resultó ser a toda madre. No recuero haberle dado mi teléfono, o mi mail, pero durante la semana recibí un correo de él, donde invitaba a una razota, yo incluído, a una fiesta en su casa, en el residencial Real del Bosque, que está aquí al ladito de mi casa.
Ayer estuve toda la tarde encerrado. De hecho, estoy pasando gran parte de mi tiempo encerrado en nuestro búnker, nuestro rincón lleno de revistas y libros y música y los besos que tu y yo nos bebemos. Me acerco peligrosamente a la página 1000 del libro de Bolaño, 2666. Pero bueno, decía que así estuve toda la tarde de ayer, hasta que llegó mi carnal el Rafa, ¿Qué pedo, vamos con el pinche Elías? Pues vamos. Esperamos a que llegaran por nosotros el Ñeñe -un compita de mi hermano Rafa-, y su primo Herman, un güey que vive en Las Vegas y que yo no conocía.
Luego luego que llegaron esos cuates, nos fuimos. Páramos en una tiendita para que esos cabrones se compraran sus caguamas, y yo mi botella de litro y medio de agua bonafont.
Llegamos a la peda en casa de Elías. Ahí estuvimos un ratote. Me la pasé platicando con puros batos. Había un güey al que le dicen "Rita cantalagua", porque se parece un chingo al de Café Tacuba. Había hartos franceses y francesas, todos convidados por Elías. Había arroz con ensalada y cacahuates japoneses. Había una foto tuya en mi cabeza. En un momento quedé al lado de tres morritas. Eran las clásicas que están medio feas, pero se arreglan así bien cabrón y se maquillan un chingo y ya no se ven tan feas. Han de haber pensado que soy un mamón, o un puto, porque ni siquiera les dirigí la palabra. Se me hace raro incluso para mí, pero bueno, la cosa es que hasta me cambié de lugar. El que se quedó hablando con ellas es un gringo cagado que se llama David. A David lo conocí el mismo día que conocí a Elías, en el mismo bar, en la misma mesa.
Luego hablé con unos morritos que estudian tecnologías de información. Me habían escuchado hablando francés con Elías, y se pusieron a preguntarme mil madres; que si yo era francés, entonces, si no lo soy, que por qué hablaba francés, ¡ah!, entonces que cuanto tiempo viví en Francia, ¡ah!, y que cómo conseguí ese trabajo de profesor de español, ¡ah! entonces los franceses no son tan fríos y mamones, ¡ah! El Rafa llegó e interrumpió para sugerirme que fuéramos a otra fiesta, que había una morrita a la que quería ver. Me fui con los mismos con los que llegué. Llegamos a la otra fiesta. Ahí estaba la morrita a la que mi hermano quería ver. Se llama Esteli, una chica super guapa, y pues el Rafa andaba bien emocionado platicando con ella. Yo me puse a hablar con un güey que decía llamarse Cheve. Le pregunté que si era muy borracho, y me dijo que no, que ese apelativo es porque se apellida E-cheve-rría. Esta fiesta era en un jardín, y en un rincón había unos chavitos como de 15 años, dos de ellos con guitarras, uno detrás de una batería, otro con un bajo y otro con un micrófono. Se pusieron a tocar. Qué cosa más horrible. A la segunda canción ya era insoportable. A la tercera, unos güeyes gordos que estaban arrellanados como cerdos en unas sillas de plástico color blanco, les empezaron a chiflar y a decirles que se fueran a la verga. Los chavitos les hicieron caso. Sentí culero por ellos. De hecho, me acordé que mis primeras tocadas, en mis primeras bandas, así habían sido; pinches güeyes que ni si quiera afinábamos bien nuestros instrumentos. En cuanto hubo silencio, los gordos se pusieron a cantar canciones rancheras.
No sé cómo salió el tema de que en el gabacho, a los cuadritos del vientre en los hombres le dicen el "six pack". Herman nos contó que tiene un amigo bien buen pedo, pero bien pendejo. “Tipico gringuito güey”, expresó, riéndose. Dice que ese amigo suyo lleva a todas las pedas exactamente seis latas de cerveza, pues según él, con eso tendrá su “six pack” abdominal al cabo del tiempo. Reímos. Todos estaban bastante pedos, y cuando están pedos son graciosos, y yo con mi botellita de bonafont. Esteli se fue por unos tacos y Rafa la acompañó al coche para despedirse. Los demás con los que había llegado, salimos de la fiesta. El plan era regresar a la casa de Elías. Caminamos hacia el carro, que estaba a unos 50 metros. Hacía un frío tremendo. El Ñeñe se sacó la verga y se puso a orinar la banqueta mientras caminaba. Le salía humito. Se detuvo frente a un auto blanco, muy lujoso, y le orinó la manija y la ventana. Luego el Herman también se sacó la verga y la metió por un espacio que había entre un muro y la reja de una casa, y orinó el patio de esa casa.
Nos alcanzó el Rafa, nos metimos al coche y volvimos a la otra peda. Había ya menos gente, y los que estaban andaban pedísimos. Un francés que se llama Pari, o Peri, o Germán, sepa la chingada, se puso a abrazar a todas las morritas y a lamerles los cachetes. Yo me encontré un bolillo y me lo tragué mientras le hacía platica a una francesa alta y corpulenta que se llama Agatha. Había un güey ahogado, tumbado en la escalera. Rita cantalagua y su banda estaban impresionantemente pedos. Creo que se mamaron una botella de tequila cada uno, y dos cartones de chelas entre todos. Herman también estaba borrachísimo y se tiraba uno pedos terroríficamente apestosos. Además sonaban raro, como si se los echara debajo del agua. Yo tenía que estar escapando de su pinche olor.
El último con quien platiqué fue con un francés que se llama Remy, y hablamos de la caricatura que se llama Remi, de Catalunya, del español que le cuesta tanto trabajo hablar, y me explicó de qué pueblito del sur de Francia venía, pero no le entendí. Ya nos fuimos, y aquí me tienes ahora escribiendo, después de una muy buena jetota que me aventé.
Hoy quiero seguir con el puto libro de Bolaño. Espero ahora sí terminarlo hoy. Ya me enteré de dónde sale Archimboldi, el escritor de culto que es el que inicia todo el desmadre. Archimboldi se llamaba antes Reiter, y está enamorado de una chica que se llama Ingeborg. La forma en cómo él la ama me hace pensar mucho en ti. Ingeborg se enferma y el doctor le dice a Reiter que sólo le quedan tres meses de vida, y Reiter se pone a llorar. Y yo también. Pero sucede algo que llena a Reiter de esperanza. Y a mi también.
Como siempre, te echo unos choros brutales. Ya me voy. Pásala bien bien chido, y escríbeme pronto, ¿sí?
Te mando un besototote grandísimo!
Moncho
4 comentarios:
moncho me da miedo...a quien amas? jaja no sera....
¿Qué tiene tanto Londres que nos hace volar a todas hacia allá?
tstststststs como camion de toluca!!! moncho que buena fiesta, yo ya ni aguanto, ya estoy echando la vejez :(:( Besosososo
la varela
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