Terrence Malick es un director de cine
muy, pero muy particular. Desde ayer puedo decir que es uno de mis favoritos.
Cuenta con una filmografía breve pero impresionantemente rica. Malick nunca se
aparece en sus estrenos, no recoge premios, no da entrevistas, no socializa con
la prensa ni con la industria. Solo hace películas y en ellas expone su visión,
sin concesiones ni dogmatismos.
“The
Tree of Life” es la más reciente. Ganadora de la Palma de Oro en la edición 2011
del festival de Cannes, y también del premio que otorga la Federación
Internacional de Críticos de Cine, durante la última edición del festival de
San Sebastián.
La
historia se centra en una familia de clase media estadounidense que experimenta
la muerte de uno de sus tres hijos, hecho que detona toda una serie de
reflexiones, desajustes, dudas firmes sobre Dios y la existencia, y finalmente
tamiza la vida de sus protagonistas. Años más tarde, uno de los otros dos
hermanos, siendo ya un arquitecto reconocido, confiesa a su padre, por
teléfono, que piensa en su hermano muerto, todos los días. La visión de un
roble frente al edificio donde trabaja trae a su mente una larga colección de
recuerdos de la infancia.
Malick
nos regala una larga secuencia en donde se describe el origen del cosmos; una
gran explosión que propicia la creación de la materia, siempre en expansión. Se
forman nebulosas, galaxias, sistemas solares. Se muestra un incipiente planeta
tierra que surge dentro de ese universo, solitario y doloroso. Aparecen los
primeros seres vivos, protozoarios y anémonas, hasta devenir en varias etapas
dentro de la existencia de vida en la tierra. Los primeros bosques, dinosaurios
y el choque del gran meteoro que los mató a todos. Aparece de pronto un niño
dentro de una casa sumergida en agua. El niño nada, abre una puerta, y la
siguiente escena es una mujer, la madre de familia, dando a luz a su primer
hijo. Es preciso entender toda una historia del universo para comprender por
qué uno nace. La existencia humana no puede ni debe deslindarse de la historia
del cosmos.
Una
nueva secuencia muestra a la familia criando a los hijos, que se suceden
milagrosamente hasta llegar a ser tres. Existe una idea clara: uno viene al
mundo para amar y ser amado. Es lo único que no se mide, ni compite, ni se
encuadra en cánones morales ni sociales, religiosos ni políticos. Todo lo que
esté fuera de este sencillo principio no es más que la causa del dolor y la
duda que significa el estar vivo.
La
forma de presentar las ideas es completamente poética, a través de situaciones
cotidianas que reflejan el caos, la pureza, el constante convivio entre el bien
y el mal, la crueldad, la frustración, la responsabilidad. Malick nos refuerza
la idea de que nadie nace sabiendo ser padre. Todo mundo lucha por sobrevivir.
Todo mundo ama pero somos torpes al hacerlo. La muerte está en cada momento, de
la mano de la vida. Todo lo que pasa hoy, en este planeta, en este momento,
terminará de manera definitiva y dramática. El fin de nuestra especie y de la
civilización humana es un hecho inminente hasta ahora. Un día, la tierra será
absorbida por el calor del sol en su proceso de muerte. El planeta estará
confinado a orbitar alrededor de una enana blanca, y todo lo que alguna vez
existió dentro de él no tendrá ni siquiera, como escribió Fernando Pessoa, “el
remordimiento de haber vivido”.
Ante
lo inexplicable e inasible de la vida; ante lo inminente de la muerte, solo
queda una cosa por hacer: amarnos.
En
alguna reseña posterior a su galardón en Cannes, se definió a esta película
como, quizás, el filme que mejor expresa la relación del cosmos y la existencia
humana. En lo personal no recuerdo alguna película, libro, canción, pintura, o
lo que sea, que con tal contundencia separe lo superfluo de lo fundamental. Yo
no sé si existen otras civilizaciones en algún punto del universo. Si es que
las hay, no sé si estén desarrolladas al grado de tener artes y ciencias. Si es
que las tienen, quién sabe si tengan algo parecido al cine. Y si es que lo
tienen, y de esto sí estoy seguro, no tienen a un Terrence Malick.